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Tres enfoques de agricultura sostenible y su relación con la naturaleza: una mirada desde Colombia

A principios del 2024, el equipo de MESA llevó a cabo un taller en Colombia. La discusión en este evento abordó las principales similitudes y diferencias en relación con la forma en la que tres enfoques abordan la naturaleza: agricultura orgánica, agroecología y agricultura regenerativa.

Camilo Ardila Galvis se unió a MESA en Diciembre de 2023 como parte del equipo de la Universidad de Los Andes (Escuela de Gobierno) en Colombia. Cuenta con un pregrado en Economía, una Maestría en Estudios del Desarrollo y otra Maestría en Agroecología. 

Paisaje con el título Tres enfoques de agricultura sostenible y su relación con la naturaleza: una mirada desde Colombia

Introducción

La necesidad de transformación del sistema alimentario hacia una senda de sostenibilidad y justicia ha sido crecientemente discutida durante la última década (Brower et al. 2020). Si bien esta transformación implica cambios en materia nutricional, sanitaria, ambiental, de justicia social, derechos humanos y equidad; un componente fundamental son los sistemas productivos agropecuarios y su impacto ecológico. 

Lo anterior tiene una relevancia especial para Colombia, teniendo en cuenta su potencial agropecuario, su mega biodiversidad, y el estado de sus recursos naturales. En particular, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2012) ha señalado que la utilización actual de las tierras y los ecosistemas no corresponde a su capacidad ambiental: 15% de los suelos del país están sobre-utilizados; 13% están subutilizados; y el 40% de los suelos presenta erosión. Además, Minambiente & IDEAM (2024) revelaron recientemente que el 23,6% del territorio nacional presenta algún grado de degradación de suelos por desertificación.

Así mismo, en el país hay una importante contaminación de agua, suelos, aire y alimentos, fundamentalmente por el uso elevado e inadecuado de plaguicidas, herbicidas, fungicidas, fertilizantes y hormonas. Colombia es uno de los mayores consumidores de plaguicidas en América Latina, con un promedio de más de 10 toneladas por cada 1 000 hectáreas de tierra cultivable, mientras que el uso de fertilizantes llega a 4,8 veces del promedio de los países de la OCDE (FAO, UE & CIRAD, 2022). 

Estos datos evidencian la urgente necesidad de transformar los sistemas productivos agropecuarios hacia una senda más sostenible y la importancia de dialogar sobre las alternativas existentes para estas transformaciones. Entre estas alternativas, tres enfoques han generado un mayor interés en los últimos años: la agricultura orgánica, la agroecología y la agricultura regenerativa (Para más información sobre estos enfoques consulte los documentos explicativos de TABLE What is regenerative agriculture? and What is agroecology?).

Dada la creciente atención de estos enfoques, se considera importante analizar las diferencias conceptuales y prácticas que propone cada uno, así como los actores que las promueven y las narrativas e interés que las respaldan (ver por ejemplo TABLE, 2020IDS & IPES-Food, 2022Agroecology Coalition, 2024). Esto contribuirá a un diálogo más informado y un mejor proceso de toma de decisiones.  De igual forma, también resulta relevante identificar qué elementos están en disputa, y sobre cuales podemos encontrar acuerdos, parciales o totales, que permitan matizar los debates y resaltar áreas comunes para vigorizar llamados a la acción. 

En este contexto, MESA Colombia organizó el pasado 11 de abril el taller virtual “Enfoques de agricultura sostenible y su relación con la naturaleza”, en donde participaron más de 25 expertas/os de academia, movimientos agrarios, productores, ONG y entidades gubernamentales. En la primera parte del taller se realizó un panel de presentaciones sobre qué es y que no es cada uno de los tres enfoques mencionados, y cómo se define la naturaleza al interior de cada uno. Durante la segunda parte del taller los participantes conversaron sobre los elementos comunes y opuestos en la forma en que cada enfoque entiende y aborda la naturaleza. 

El presente ensayo se basa en los resultados de este taller y en algunas reflexiones adicionales. En la siguiente sección presentamos un análisis gráfico sobre las similitudes y diferencias de los tres enfoques analizados, realizado por TABLE en 2021 pero recientemente traducido al español. Posteriormente, realizamos un breve recuento sobre el estado de los tres enfoques en Colombia, en materia de definiciones, política pública y actores interesados. Para finalizar, profundizamos en dos elementos que podrían considerarse como un terreno común para acciones en favor de la biodiversidad en los sistemas agropecuarios, y dos elementos que se mantienen en disputa. Finalizando con algunas reflexiones.

 

Explorando las similitudes y diferencias de tres enfoques de agricultura sostenible

Los enfoques de agricultura regenerativa, agricultura orgánica y agroecología comparten muchas preocupaciones y ofrecen soluciones que parecen similares. ¿Qué ofrece un movimiento que otro no ofrece? ¿Y qué hace que un movimiento sea más prominente que otro en ciertos contextos geográficos, económicos o históricos? ¿Compiten por espacio o su coexistencia les permite colaborar y avanzar en sus objetivos compartidos a mayor escala?

El diagrama que presentamos a continuación surge de estas preguntas y conversaciones, y representa un intento inicial por comprender cómo se relacionan entre sí la agroecología, la agricultura regenerativa y la agricultura orgánica.

Explorando los flujos y contraflujos de 3 enfoques de agricultura sostenible

Visualización por Emily Liang. Explore la versión en Inglés o Español.

Panorama de los tres enfoques en Colombia 

A pesar de la importancia de estos enfoques para la sostenibilidad de la agricultura y de los sistemas alimentarios (HLPE, 2019), Colombia no cuenta con instrumentos concretos y robustos de política pública para ninguno de ellos y, por tanto, los productores, comunidades o empresas que busquen hacer un tránsito hacia sistemas productivos basados en estos enfoques suelen hacerlo desde la autogestión. A continuación, presentamos un breve panorama de cada uno.

Hands holding onion with veggies in background

Consumidora comprando cebollas con otros vegetales al fondo. Foto por Virginie-Sankara en Unsplash.

 

AGRICULTURA ORGÁNICA (AO)/ ECOLÓGICA

En Colombia, el término utilizado oficialmente para referirse a la agricultura orgánica es el de agricultura ecológica, generando algunas confusiones entre esta y la agroecología, especialmente en las últimas décadas cuando la agroecología ha comenzado a capturar mayor atención por parte de actores más allá de las organizaciones agrarias y la academia. 

La agricultura ecológica se ha trabajado en Colombia con más visibilidad desde mediados de la década de 1990. La producción agropecuaria ecológica certificada ha sido regulada por el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) desde 1995, pasando por varias actualizaciones hasta llegar a la Resolución 187 de 2006 y su regulación derivada, que son el marco normativo vigente. Esta normativa no define directamente qué es la agricultura ecológica, pero sí señala que un sistema de producción ecológica es un “sistema holístico de gestión de la producción agropecuaria, acuícola y pesquera que promueve la conservación de la biodiversidad, los ciclos biológicos y la actividad biológica del ecosistema. Esta producción se basa en la reducción de insumos externos y la exclusión de insumos de síntesis química”.

Esta reglamentación también señala principios, procedimientos y mecanismos respecto al alcance y modalidad de certificación, categorías de productos, uso de insumos, entre otros. Sin embargo, el MADR no formula ni ejecuta actualmente ningún programa o política diferencial para el fomento de la AO, ni existe al interior de sus dependencias funciones específicas que orienten al respecto. Por otra parte, desde el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible se ha promovido este tipo de producción bajo el programa de “Negocios Verdes”; y desde el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo se ha apalancado el comercio internacional de los productos ecológicos en el marco de acuerdos comerciales 1 .

Adicionalmente, el país no cuenta con un sistema de información robusto que permita hacer seguimiento a los actores, la producción y los certificados de AO; el SISORGÁNICO, que en principio es el sistema que cumpliría con este fin, se encuentra desactualizado2 . A pesar de esto, algunas estimaciones sugieren que para el 2021 el país contaba con una superficie ecológica correspondiente a 100.874 Ha -correspondiente al 0,2% del total de la superficie agropecuaria (FiBL & IFOAM, 2023), en donde se destaca el café, que ha sido tradicionalmente el principal producto con certificación ecológica; la caña de azúcar y sus derivados; la palma de aceite; y más recientemente algunas hortalizas y frutales. Esta superficie es considerablemente menor a la de otros países latinoamericanos como Argentina (4 millones ha; 2,7% de la superficie agropecuaria), Uruguay (2,7 millones ha; 19,6% de la superficie agropecuaria), Brasil (1,4 millones ha; 0,6% de la superficie agropecuaria), o Perú (374 mil ha; 1,6% de la superficie agropecuaria).  

En los últimos años el MADR, con apoyo de la cooperación internacional, ha avanzado en la revisión y ajuste de la normativa de producción ecológica, y sus instrumentos de promoción y seguimiento, pero a la fecha no hay ningún avance concreto público. 

Respecto a los principales actores que promueven la AO en Colombia, en 2012 más de 20 empresas agroalimentarias, certificadoras y entidades agropecuarias sin ánimo de lucro crearon la Federación Orgánicos de Colombia (FEDEORGÁNICOS) como entidad con carácter privado sin ánimo de lucro que busca articular una nueva industria alrededor de la producción orgánica. Sin embargo, algunos miembros piensan que esta Federación ha perdido dinamismo y legitimidad. Teniendo en cuenta que el principal destino de la producción agropecuaria ecológica colombiana son mercados internacionales en EE.UU., Europa y Japón; los actores que han dinamizado este sector son principalmente productores y empresas agroexportadoras de los principales cultivos orgánicos.

 

AGROECOLOGÍA (AE)

A pesar de que en el país la agroecología se viene desarrollando en la práctica por los movimientos campesinos y agrarios desde la década de 1970, y en la academia desde finales de la década de 1980 (León-Sicard et al, 2015); su aparición a nivel institucional es mucho más reciente. 

En 2017, la Resolución 464 de 2017 3 , que plantea los lineamientos estratégicos de política pública para la Agricultura Campesina, Familiar y Comunitaria y que fue construida de manera participativa y liderada por el MADR, se convierte en el primer instrumento normativo que hace referencia explícita a la agroecología. Esta Resolución incluye nueve lineamientos que integran acciones y estrategias específicas para la agroecología y establece la definición oficial de agroecología que se maneja actualmente en el país, como: 

[U]na disciplina científica, un conjunto de prácticas y un movimiento social. Como ciencia, estudia las interacciones ecológicas de los diferentes componentes del agroecosistema, como conjunto de prácticas, busca sistemas agroalimentarios sostenibles que optimicen y estabilicen la producción, y que se basen tanto! en los conocimientos locales y tradicionales como en los de la ciencia moderna y como movimiento social, impulsa la multifuncionalidad y sostenibilidad de la agricultura, promueve la justicia social, nutre la identidad y la cultura, y refuerza la viabilidad económica de las zonas rurales. (MADR, 2017, Resolución 464).

Posterior a esta Resolución los desarrollos en materia de política pública de agroecología han sido lentos. Desde el MADR se ha avanzó en la recolección de insumos y la generación de propuestas con apoyo de la cooperación internacional (GIZ en 2018 y FAO en 2020-2024), y durante la reciente COP16 celebrada en Cali se realizó la firma simbólica de la política pública de agroecología por parte del Ministerio y los actores participantes en su construcción. Esta política establece los principales lineamientos y estrategias para la promoción de la agroecología y otras agriculturas para la vida en el país.

Por otra parte, es importante mencionar que el país tampoco cuenta con una línea de base o caracterización oficial y robusta de la agroecología; no conocemos el número de hombres y mujeres productores; el número de fincas o hectáreas; ni los principales sistemas productivos agroecológicos. Algunas aproximaciones parciales, como el mapeo de procesos agroecológicos realizados por el MADR y la FAO, evidencian la presencia de por lo menos 714 procesos colectivos agroecológicos representando a más de 86.000 familias (MADR & FAO, 2024).

Entre los actores que han promovido la agroecología en Colombia se destacan principalmente las organizaciones y plataformas campesinas, de mujeres rurales y de comunidades étnicas que han venido participando en la construcción de la política y el plan nacional de agroecología que se ha propuesto el actual Gobierno nacional. Desde la academia se destaca la Red de Instituciones de Educación Superior con programas de Agroecología en Colombia (IESAC) conformada en 2018 e integrada por nueve instituciones. Varias de estas organizaciones y redes conformaron a finales de 2023 el Comité de Impulso del Movimiento Agroecológico Colombiano (CIMAC) como un “espacio de articulación de redes de organizaciones, instituciones y plataformas rurales, interesadas en impulsar y escalar la agroecología como una alternativa a la crisis civilizatoria”.

 

AGRICULTURA REGENERATIVA (AR)

Si bien el término “agricultura regenerativa” ha sido utilizado en distintos países desde la década de 1980, en parte gracias al trabajo y difusión del Instituto Rodale (una organización sin fines de lucro con sede en EE. UU. que acuñó inicialmente el término agricultura regenerativa), los últimos 10 años ha visto un crecimiento exponencial en el interés y uso de este enfoque. 

Debido a su relativa novedad, la agricultura regenerativa aún no se ha consolidado con un significado claro y delimitado y, como tal, existen diversas interpretaciones. Como lo discuten Cusworth & Garnett (2023), están aquellas interpretaciones que ponen énfasis en un conjunto particular de prácticas; aquellas que se centran en los resultados deseados o prometidos; y aquellas que ven principalmente la agricultura regenerativa como una nueva forma de relacionarse entre sí y con el mundo natural, como una mentalidad

En Colombia, el uso del término es muy reciente y tampoco existe una definición oficial. Sin embargo, el entendimiento de la agricultura regenerativa en el país se acerca más a aquella que resalta un conjunto de prácticas. En particular, es común asociar la agricultura regenerativa a prácticas como: (1) limitar la alteración o perturbación del suelo; (2) mantener cubierta la superficie del suelo; (3) fomentar la diversidad agropecuaria; (4) mantener raíces vivas en el suelo; y (5) integrar la ganadería y los cultivos.

Para este enfoque, el país tampoco cuenta con datos de caracterización sobre productores, productos, o territorios en donde se esté implementando. Mucho menos existe un programa o política pública diferencial que la incentive. 

Entre los actores que promueven la AR se encuentran corporaciones agroindustriales como BayerYara, y Nestlé; además de algunos productores y empresas nacionales como Luker y la Federación Nacional de Cafeteros, aunque con menos fuerza. Algunas ONG internacionales como The Nature Conservancy y la Coalición FOLU, también incluyen este enfoque en su marco programático.
 

Oportunidades para la acción en favor de la biodiversidad

A pesar de las diferencias en el desarrollo -teórico, práctico y en materia de política pública- de estos tres enfoques, existen elementos importantes que podrían constituir un terreno común para la acción en favor de la sostenibilidad de los sistemas productivos agropecuarios, y de los sistemas alimentarios en general. Con esto en mente, en el mencionado taller con expertos y practicantes de estos tres enfoques, abordamos las siguientes preguntas:

  • ¿Cuáles son los elementos comunes y opuestos entre la forma en que cada enfoque entiende y aborda la naturaleza? 
  • ¿Existe un terreno común para la investigación o acción que beneficie a los tres enfoques? ¿Qué elementos incluye? 

Durante el taller, las y los participantes identificaron dos elementos principales que comparten la AE, AO y AR; y dos diferencias fundamentales. Los aspectos comunes son la búsqueda y promoción de la salud del suelo, como sustento primario de la producción agropecuaria; y el aprovechamiento, potenciación y restauración de los ciclos de nutrientes y el reciclaje. La principales diferencias se refiere a las dimensiones en las que se requieren transformaciones, según cada enfoque, y a la escala de producción de cada uno. A continuación, profundizamos en estos elementos a partir de los principales argumentos encontrados en la literatura de los tres enfoques. 
 

Sprouts in healthy soil

Semillas germinando en un suelo saludable. Foto por Nora Jane Long en Unsplash.

SALUD DEL SUELO

Para las participantes del taller el principal elemento común respecto a la comprensión que cada enfoque tiene de la naturaleza es la salud del suelo. Sobre esta, destacaron su importancia tanto en materia de biodiversidad, como para la producción vegetal y animal. Los suelos tienen un efecto directo sobre la salud humana (por ejemplo, a través de la nutrición, la seguridad y la infraestructura); la salud de las plantas y de los animales (suministrando nutrientes, agua, oxígeno y hábitat); y tienen incidencia en variables ambientales (cantidad y calidad del agua, uso de la tierra, captura de carbono, calidad del aire) y ecosistemas saludables (IICA, 2021). Allí recae la importancia de la salud del suelo, o su “capacidad continua para funcionar como un sistema vivo” (Ibidem). Lo anterior cobra mayor importancia al tener en cuenta el grado de erosión y desertificación de los suelos en Colombia, como se mencionó en la introducción de este ensayo. 

Los tres enfoques posicionan a la salud del suelo como uno de sus principios u objetivos centrales. La AR concentra buena parte de sus prácticas en la salud del suelo, resaltando la importancia de reducir la perturbación mecánica y química del suelo. Así mismo, promueve mantener su cobertura para favorecer la restauración de los ecosistemas; y las raíces vivas en el suelo, para aumentar la captura de carbono, una mayor disponibilidad de nutrientes y una mayor capacidad de aireación, drenaje e infiltración de agua del suelo (Cusworth & Garnett, 2023). 

De manera similar, la AE posiciona la salud del suelo como uno de sus principios (HLPE, 2019). Los sistemas agroecológicos comienzan por restaurar la vida en el suelo con el fin de reestablecer y/o mejorar los múltiples procesos y servicios ecosistémicos basados en este, principalmente a través de la planificación y gestión de la diversidad y de la optimización de las sinergias biológicas (FAO, 20152018).

Finalmente, la AO la incorpora como uno de sus principales objetivos, y evidente en su definición como “un sistema de producción que mantiene y mejora la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas” (IFOAM 2008). Desde la AO se resalta la importancia de mantener un suelo vivo fértil; prevenir la erosión eólica e hídrica de los suelos; mejorar la capacidad de infiltración y retención de agua; reducir el consumo y la contaminación de aguas superficiales y subterráneas (IFOAM 2020).

Esta comprensión compartida de la relación naturaleza-suelo-agricultura implica la promoción de diversas prácticas –cultivos de cobertura, cultivos intercalados, rotaciones de cultivos, labranza cero o de baja perturbación, abonos verdes, integración de cultivos y animales, etc.; y se configura como un área de política pública que apoya la transición a sistemas productivos más sostenibles y naturales en Colombia, más allá de que estos se identifiquen como agroecológicos, orgánicos o regenerativos.  

 

RECICLAJE DE NUTRIENTES 

Las participantes del taller señalaron el reciclaje de nutrientes como otro elemento común entre la forma en que los tres enfoques abordan la naturaleza o promueven procesos productivos más naturales. Adicional a la energía, los organismos necesitan aportes de materia, en forma de nutrientes, para mantener sus funciones vitales. Muchos de estos, como los macronutrientes, son movilizados a través de ciclos biogeoquímicos, procesos complejos e interconectados que pueden ocurrir a escalas territoriales o globales, excediendo un ecosistema o una finca. En el taller se señaló que la preocupación de los tres enfoques por el reciclaje de nutrientes revela una interpretación distinta de la relación entre el sistema productivo y la naturaleza. Resaltando una relación de interdependencia y un reconocimiento que los procesos que ocurren en la parcela o finca están mediados por procesos naturales que ocurren a múltiples escalas. 

Los tres enfoques plantean el reciclaje de nutrientes como un componente importante en la renaturalización de los procesos biológicos necesarios para la producción de alimentos. Este reciclaje suele implicar el uso eficiente de residuos orgánicos, el aumento de la materia orgánica del suelo y el cierre en el ciclo de nutrientes (Tully & Ryals, 2017); y puede ocurrir tanto a nivel de finca como a nivel territorial a través de la diversificación y la creación de sinergias entre diferentes componentes y actividades del agroecosistema (FAO, 2019). Este reciclaje puede reducir significativamente la dependencia de fertilizantes sintéticos, aumentar la autonomía de los productores, reducir su vulnerabilidad a las perturbaciones del mercado y el clima y mitigar el cambio climático y la degradación del suelo (FAO, 2019).

Como se mencionó anteriormente, Colombia es uno de los países de la región en donde más se aplican fertilizantes de síntesis química, que son importados en cerca del 95%. Esta situación genera una vulnerabilidad de la producción agropecuaria, a nivel ecológico y socioeconómico. Esto se evidenció, por ejemplo, en el aumento de los precios de los alimentos en Colombia como consecuencia de las interrupciones en el comercio de materias primas para la producción de fertilizantes ante la invasión de Rusia a Ucrania. Además, los fertilizantes en el país pueden representar entre el 22.2% y 60.8% de los costos de los insumos agropecuarios, y entre el 3.6% y 15.6% de los costos totales de producción (BMC, 2024). De esta manera, el reciclaje de nutrientes se configura no sólo como una estrategia ambiental sino también económica. 

 

A PESAR DEL TERRENO COMÚN: DIFERENCIAS EN LAS DIMENSIONES Y EN LA ESCALA

Si bien hemos señalado algunos elementos de ese terreno común entre los tres enfoques, existe también un terreno en disputa, diferencias que los promotores de cada enfoque suelen identificar como grandes distancias o incluso elementos irreconciliables. 

La principal diferencia señalada por las participantes del taller tiene que ver con las dimensiones que trabaja cada enfoque, aquellas en las cuales considera necesario generar un cambio. Por una parte, los promotores de la AE resaltan con énfasis que esta busca la transformación del sistema alimentario (Méndez et al, 2012) en sus dimensiones productiva, económica, ambiental, sociopolítica e incluso ético-espiritual (Toledo, 2022). La AR, por otra parte, parece más preocupada en los cambios de tipo técnico-productivo o ambiental, que en las dimensiones política y social; y a pesar de que en la práctica existen distintos “tipos” de AR con diferentes grados de asociación con la AE; esta última parece mucho más integral que la AR, no solo en los aspectos sociopolíticos sino también en las dimensiones biofísicas (Tittonell et al., 2022). Por ejemplo, algunas versiones corporativas de la AR suelen ofrecer una visión política del futuro de los alimentos cercana al status quo, con la dinámica entre consumidor, productor, distribuidor y procesador prácticamente inalterada (Cusworth & Garnett, 2023).

La diferenciación entre las dimensiones de cambio promovidas por la AE y la AO es más difusa, especialmente si miramos los principios y estrategias que cada uno promueve -desde donde pueden considerarse como enfoques conexos (HLPE, 2019IFOAM EU, 2019). Sin embargo, un punto de tensión se relaciona con las certificaciones. La adopción de la AO por parte de productores, investigadores y gobiernos ha generado la necesidad de definir requisitos mínimos, umbrales y verificación de su cumplimiento, lo que no ha ocurrido de manera tan explícita en el caso de la agroecología. Estos mínimos establecidos han motivado a un número creciente de actores a ingresar al sector orgánico y solo cumplir los requisitos legales para obtener una certificación de tercera parte (e.g. sustituir insumos sin rediseñar el agroecosistema y sus operaciones); lo que ha generado alertas sobre una posible “convencionalización” o “estandarización” de la AO (Darnhofer et al., 2010).

Estas diferencias en las dimensiones se reflejan en los distintos actores que sostienen o promueven cada enfoque en Colombia. La multidimensionalidad de cambio resaltada por la agroecología corresponde con la multiplicidad de actores que la promueven -organizaciones campesinas, étnicas, universidades y algunos sectores de gobierno. Esta multidimensionalidad y multiplicidad de actores también se encuentra en la AO, aunque con una preponderancia de actores orientados a la agroexportación. Finalmente, el énfasis productivista de la AR, y su relativa novedad,  se refleja en un número más reducido y menos diverso de actores -principalmente corporaciones internacionales.

Otra tensión o diferencia entre los tres enfoques, resaltada por los participantes del taller en Colombia, se relacionan con la escala. La AE se ha basado principalmente en la producción en fincas de pequeña escala (en el Sur Global) y con un uso intensivo de mano de obra; y aunque existen numerosos ejemplos de su aplicación en fincas de gran tamaño, persisten importantes desafíos en materia de investigación, tecnología y desarrollo de políticas para una transición hacia la agroecología en la agricultura a gran escala (Tittonell et al., 2020). La AO ha tenido una mayor variedad de escalas y tipologías de productores, desde sistemas diversificados de producción de vegetales a pequeña escala hasta grandes extensiones de monocultivos orgánicos (e.g. azúcar). Sin embargo, la producción orgánica suele estar concentrada en fincas de mayor tamaño. Por ejemplo, en la Unión Europea -que es la región con mayor tierra en producción orgánica después de Australia (FiBL & IFOAM, 2023), el tamaño medio de una finca totalmente orgánica es de 2,4 veces el tamaño promedio de todas las explotaciones agrícolas en 2020 (EUROSTAT, 2024). La AR, en sus diferentes versiones, ha atraído a una diversidad de actores que incluyen desde productores a pequeña escala alineados con las agriculturas alternativas hasta grandes corporaciones transnacionales (Cusworth & Garnett, 2023). Sin embargo, estas últimas son las que más han promovido y visibilizado la AR en el Sur Global. En últimas, la importancia de la escala también se relaciona con los actores que se podrían beneficiar o no de las políticas orientadas a fortalecer uno u otro enfoque. 
 

Reflecciones finales

La transformación de los sistemas alimentarios requiere cambios en distintos niveles, áreas, actores y procesos. Desde cambios incrementales a pequeña escala hasta transformaciones estructurales en patrones culturales, institucionales y políticos. 

El carácter sistémico de esta transformación puede parecer agobiante para aquellos con un mandato de cambio, pero que solo tienen gobernabilidad sobre una dimensión, proceso o actor del sistema. Es el caso de los ministerios de agricultura, por ejemplo, enfocados en su gran mayoría en la producción agropecuaria pero que suelen tener partes interesadas con intereses o valores diferentes, y muchas veces opuestos. 

Ante este desafío, una pregunta esencial es ¿por dónde comenzar? Para abordar esta pregunta consideramos fundamental iniciar por lo que nos une, y no por lo que nos diferencia. Identificando los puntos comunes de visiones distintas, e incluso opuestas, es posible iniciar la transformación y ajustar algunas prioridades, mientras se desarrolla en paralelo el proceso político que requieren transformaciones más estructurales y sobre las cuales hay diferencias importantes respecto a objetivos, intereses o valores. 

Aquí, es importante aclarar que no pretendemos generar una falsa sensación de alineación entre los tres enfoques, ni promover soluciones universalistas ( ‘poner a todos en el mismo costal’), pues uno de los principales causantes de la crisis del sistema alimentario es la homogenización (de los sistemas de producción, de la dieta, de los valores). Al contrario, consideramos que, reconociendo la diversidad de visiones y valores sobre los cambios necesarios en los sistemas agroalimentarios y sus posibles caminos, iniciemos por aquellos elementos que componen el terreno común. 

En este ensayo, hemos resaltado como la AE, la AO y la AR, a pesar de las diferencias, proponen y promueven métodos y sistemas que priorizan la salud del suelo y el reciclaje de nutrientes y biomasa, como elementos importantes para transitar hacia sistemas más naturales. Estas áreas podrían ser un terreno fértil para que los gobiernos y otros actores generen incentivos y apoyos que puedan ser aprovechados por productores, comunidades y empresas sin distinguir que trayectoria desean seguir para avanzar hacia la sostenibilidad; la orgánica, la regenerativa o la agroecológica. 
 

  • 1Franco, Angélica (2022). “Bases para formular un proyecto de ley de Producción Ecológica en Colombia”. Consultoría Agricultura Ecológica FAO-Unión Europea (Programa FIRST).
  • 2 17 de septiembre de 2024
  • 3Una resolución ministerial en Colombia es un documento administrativo, de carácter general o particular, que genera efectos jurídicos y que se refiere a las políticas nacionales y sectoriales que están a cargo de cada ministerio.

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